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Vi “The Painted Veil” (comercializada con el título de “Al otro lado del mundo”, 2006, EEUU), dirigida por John Curran [1960-], siendo esta la primera cinta que le veo. El guion es mérito de Ron Nyswaner (aplausos), que a su vez está basado en la novela homónima de William Somerset Maugham [1874-1965]. Vale la pena indicar que en 1934 se había hecho una primera adaptación de dicha novela, película dirigida por Richard Boleslawski y protagonizada por la inolvidable Greta Garbo. La música es trabajo de Alexandre Desplat (aplausos) y la fotografía de Stuart Dryburgh (aplausos). El reparto está integrado por Edward Norton (aplausos), Naomi Watts (aplausos), Toby Jones (aplausos), Anthony Wong y Liev Schreiber. Este filme ha sido clasificado como un drama romántico, género que no es del todo mi gusto, pero esta obra, lo digo de entrada, llenó mis expectativas.
La cinta, basada en los años veinte del siglo pasado, narra cómo la joven inglesa Kitty (Naomi Watts), contrae matrimonio con Walter (Edward Norton), un médico bacteriólogo residenciado en China, para huir del ambiente familiar tóxico provocado por la mala relación con su madre. Kitty y Walter viajan a Shanghái, donde ella tiene una aventura con un diplomático inglés (interpretado por Liev Schreiber). Walter, al darse cuenta del engaño, organiza un viaje al interior de dicho país, junto con su esposa, para enfrentar una epidemia de cólera.
Ahora bien, la película ha sido considera como uno de los mejores remakes de la historia del cine, y logró varias nominaciones y premios, especialmente a la música, la fotografía, el guion y las actuaciones estelares.
Desde lo estético, el filme es maravilloso. Los detalles, la fotografía, la música ambiental (entre la que resaltan hermosas piezas del famoso pianista chino Lang Lang), todo confluye en una obra que bien puede decirse es arte en sí misma. Destaco, especialmente, la delicadeza y la inteligencia del guion, que logra cautivar sin necesidad de acudir a los giros estrambóticos a los que nos tiene habituado el cine comercial contemporáneo, en parte porque cada vez es más difícil, en la parrilla del streaming, llamar la atención y lograr la concentración del espectador actual, para que no salte a otra cinta o serie.
Igualmente, resultan destacables las interpretaciones magníficas de los protagonistas, pues logran transmitir con claridad los sentimientos que los embargan; por ejemplo, Norton transmite el orgullo y dolor de un marido traicionado, pero que, en el fondo, no ha dejado de amar a su esposa. Llama la atención, la frialdad y la distancia del oficial del ejército chino que acompaña a Walter (representado por Anthony Wong), que apenas deja ver sus sentimientos, pero que, sin embargo, puede verse, aunque sea de forma muy ligera, la evolución de su personaje, quien primero desconfía del médico inglés y su esposa y, finalmente, termina por volverse un aliado en la lucha por salvar vidas humanas.
Ya en cuanto al contenido, claramente es un drama, más que un romance. El amor es la excusa para la tragedia. Esta película tiene el mérito de no enfocarse en el romanticismo burdo, uno que hace creer al espectador que el amor lo es todo, que puede con todo, que es suficiente. En este caso, es la tragedia, en su sentido griego, la que se pone en el centro del relato, a un punto de que el romance es quien impulsa el drama, esto es, sirve de medio para reflexionar lo que es la vida: ambientes tóxicos, anhelos malogrados, personas sin madurez emocional y la muerte que acecha cuando todo parece que empieza a tener sentido. Este filme es un buen catálogo de hechos verosímiles, pero dolorosos, dejando al descubierto que los relatos netamente románticos, donde todo es bello y mágico, es mera ciencia ficción. No en vano, para muchos, esta obra fue el mejor drama romántico del año en que se presentó.
Igualmente, destaco la sutileza con la que se abordan temas de época que en la actualidad serían considerados superados o inaceptables, como la servidumbre, el feudalismo o el machismo, haciendo del filme una perfecta y sutil evocación histórica de la que se puede aprender algo. Además, resalto cómo se retrata el drama histórico chino del momento. De un lado, las potencias occidentales con su prepotencia tratando los asuntos chinos, del otro, el nacionalismo chino que buscaba venganza ante el intervencionismo militar de los occidentales. Y, en el medio, dos ingleses, Kitty y Walter, sin armas, sin pretensiones políticas, que con solo su bondad y conocimiento (representado como el microscopio del médico) intentan salvar una comunidad china de una terrible pandemia.
Estamos pues ante una cinta que, simplemente, podría reducirse a la palabra kantiana de “sublime”, esto es, una película cuyo mérito estético no es tanto en la exposición de lo bello, de la luz, de lo diáfano, del amor, sino todo lo contrario, la narración trágica, que expone la dureza del romance, que indica la realidad de una pareja de esposos atravesada por el orgullo, el dolor, el engaño y la duda. Por todo esto es que la recomiendo sin miramientos (2024-05-21).
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