Sobre cómo Vietnam sigue siendo fuente de películas, aunque en este caso más guerra que drama

Tomado de: aquí

Vi “Danger Close: The Battle of Long Tan” (Australia, 2019) dirigida por Kriv Stenders [1964-], siendo este el primer filme que le veo. El guion es mérito de Stuart Beattie, Jack Brislee, James Nicholas, Karel Segers y Paul Sullivan. La música es producto de Caitlin Yeo y la fotografía de Ben Nott (aplausos). El reparto es el apropiado para lo que se les pide: Travis Fimmel, Luke Bracey, Daniel Webber y Richard Roxburgh, entre otros. Estamos ante una cinta que recrea la batalla de Long Tan entre los australianos y los norvietnamitas, en agosto de 1966, en la que los primeros lograron hacer retroceder una ofensiva de fuerzas muy superiores de los segundos. Por demás, esta película intentó ser lo más fiel posible a los hechos acaecidos en tal batalla, lo que constituye otro mérito: siendo cine de acción, igualmente desea servir de documento histórico de ese acontecimiento bélico importante en la narración nacionalista y militar australiana.

Ahora bien, empezando, como suelo hacerlo, con los aspectos de forma, esta obra está bien lograda en lo que se exige de su género (el bélico, el de acción). Todo (fotografía, manejo de cámaras, producción, sonido (aplausos), etc.) está enfocado en ofrecerle al espectador un buen entretenimiento. Sin embargo, tanto efecto en las escenas, para aumentar la sensación de estar en medio del conflicto, vuelve inverosímil los resultados finales de la batalla. Me explico, aunque estoy seguro de que esto les ha pasado a muchos de ustedes: hay filmes bélicos que luego de verlos uno no se imagina como es que hay sobrevivientes, en este caso, las escenas sugerían la aniquilación completa de la compañía australiana (conformada en su mayoría por reclutas sin experiencia) ante la demoledora ofensiva, pero los resultados finales fueron de 18 muertos y 24 heridos, frente a cerca de 300 muertos y 450 heridos por parte de los vietnamitas. Desde las escenas, sigo sin entender este resultado.

Estamos ante una cinta en la que Australia quiere insertarse en las grandes producciones bélicas, con ingentes presupuestos, que ayudan más que a la memoria, a reconstituir el nacionalismo a la par que se hacen buenos negocios, pues estas producciones suelen rentar bien. Esto lleva a que haya un desequilibrio entre el componente bélico-acción frente al drama. Lo primero es lo que suele pedir el público general que busca solo entretenimiento, lo segundo los amantes del cine que desean ser sorprendidos en sus percepciones estéticas. Creo, sin embargo, que este desequilibrio no les preocupó en modo alguno a los productores. De allí que esta película es entretenida y eficaz (tanto que parece inaudito que los australianos no hayan tenido más víctimas), pero no logrará sentar un hito en la industria ni mucho menos en el género.

Agrego, que me gusta ver visiones diferentes a la gringa de aquella guerra tan injusta como irregular. Sin embargo, aquí no se refleja (no hacía parte de la apuesta inicial) exponer esa injusticia e irregularidad de base, pues el objetivo no era hacer drama ni generar conciencia antibélica. Es que ni siquiera se expone someramente la visión vietnamita. Es una película con una visión unilateral. Pero a pesar de ello, la obra en cuestión logra unas buenas escenas bélicas difíciles de olvidar, con un muy buen sonido que logra internar, vía imaginación, al auditorio en una batalla épica.

Finalmente, hay algo que el filme remite para un interesante foro: las estrictas relaciones de subordinación dentro de una guerra que exige cierta flexibilidad en sus operaciones. La cinta deja en claro esas relaciones tensas entre superiores e inferiores, que solo militares acostumbrados a obedecer pueden sobrellevar sin que eso genere una situación caótica. ¿Cómo anular mi sentimiento de desesperanza cuando el superior tiene un criterio diferente al que uno considera es el apropiado para afrontar una batalla, una donde por cada error mueren seres humanos? No pasemos por alto el drama fruto de reconocer que, en esas circunstancias, se juega la vida de cada soldado con cada orden, buena o mala, de sus superiores. Ese “silenciar” la conciencia para volverse un mero aplicador de órdenes, esa manera de tratarse entre superiores e inferiores en el ejército sin que desencadene la ruptura total de la comunicación, esa forma de ver la vida por parte del soldado que deja su integridad en manos de un superior que puede entender o no lo que está pasando, es algo que me genera mucha inquietud y que solo he podido ver en pocas películas antibélicas. Pero esta obra, claramente, no hace parte de este último segmento. No es su propósito.

En conclusión, estamos ante un buen filme de acción y entretenimiento, con méritos propios para ser vista con emoción por los amantes del género. Pero la altísima eficacia de las escenas contraría los resultados finales de la batalla, el drama apenas aparece en algunos diálogos y la ausencia de criticidad ante lo que implica esos escenarios de muerte en una guerra tan injusta como irregular deja un mal sabor de boca.


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