Sobre cómo mostrar el éxodo provocado por la guerra esperando, con ello, que no se repita el horror

Vi “Nacido en Siria” (españa, 2016), dirigida por Hernán Zin [1971-], todo un artista comprometido, reportero de guerra, escritor y cineasta ítalo-argentino, quien ha hecho varios documentales en esta misma línea. El guion es fruto del trabajo conjunto de José F. Ortuño y el propio director. La música es mérito de Jean-Pierre Ensuque y Gabriel Yared, y la fotografía del director. Estamos ante un documental que le da voz a varios niños y adolescentes que huyen de la guerra de Siria e intentan ingresar a Europa, algunos con más suerte que otros, a pesar de todos los obstáculos, naturales y humanos, que se les cruzan (que van desde atravesar el mar en embarcaciones no aptas para ello, hasta enfrentar las mafias que se aprovechan de la miseria de los viajantes). En este sentido, un documental como este, que promete de entrada la descripción de una realidad ante la cual es imposible no sentirse afectado, lo estético cede de inmediato al efecto moral y político que se busca. Sin embargo, reconociendo que las formas estéticas no son la fuerza de la cinta, esta está correctamente elaborada. Hay, incluso, ciertas escenas que fueron bien pensadas, por lo que podrían ser calificadas como artísticas. Entre ellas destaco los primeros planos y las tomas lentas, que involucran al espectador en la triste realidad que se retrata.

Seguramente, por un contenido tan fuerte y unas formas correctas, es que este documental ha recibido varios premios y nominaciones, a saber: 2017, Premios Platino como mejor documental; 2016, Premios Goya, nominada a mejor documental; y 2016, Premios Forqué como mejor documental.

Pero, lo reitero, hay que centrarnos en lo que el director quiere de lo que narra, en este caso, la odisea (el viaje que merece ser recreado por los poetas y los rapsodas contemporáneos) acompañada de un triple lamento: no solo son tristes las condiciones de las que esos niños y adolescentes desean huir, sino también las que les toca asumir durante el viaje y, finalmente, los problemas que se derivan de la integración cultural y económica de quienes alcanzaron la meta (ser recibidos como refugiados) en los diferentes países europeos que los recibieron. Se trata pues de siete historias, siete viajes, en la que se narran las tres fases antes vistas (inicio, transcurso e integración cultural), fases que explican la dureza y la complejidad del desarraigo (mal llamado, en Colombia, como desplazamiento).

Aclarado lo anterior, quisiera llamar la atención sobre dos aspectos adicionales. El primero, la importancia de la narración del horror como una forma de afectar al público, esperando así, con ello, una formación moral y política del auditorio proclive a ciertas conductas que se consideran valiosas, en este caso: i) reconocer la complejidad del éxodo de refugiados sirios (el mayor visto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial), lo que evitaría caer en los reduccionismos que políticos, casi siempre de extrema derecha, ofrecen a sus electores; ii) indignarse ante la pasividad de la comunidad de naciones ante una guerra fratricida, una que quedó en el atolladero, provocada por los intereses de dos potencias que, sobre los cuerpos de los civiles y los soldados, juegan ajedrez; y iii) humanizarse ante el dolor ajeno (empatía) que es la base de todo pensamiento moral volcado hacia el otro y su bienestar. En este sentido, este filme busca, claramente, por medio de la narración del horror (asunto que alguna vez trabajé junto con dos queridoscolegas), su no repetición (ver más aquí)

El segundo tiene que ver con los límites que este tipo de documentos visuales tiene en su pretensión de formación del auditorio. Una obra como esta, si bien es un potente motor, no puede mover por sí sola el coche. Esto explica por qué muchas personas se sentirán afectadas por lo que ven, pero pasadas algunas horas, volverán a sus vidas rutinarias, creyendo que nuestros problemas son fruto de la llegada de “otros” que amenazan nuestra paz, que nuestros problemas se extirparían con entregar cada vez más poder (y dinero) a los políticos que, para lograr ese cometido, deben vender miedo. Se requiere, entonces, una toma de conciencia, una autoformación que permita asumir con templanza el mensaje moral y político que se nos ofrece en este documental, con miras a cambiar, sino el mundo, por lo menos mi forma de relacionarme con él.

Por todo lo anterior, recomiendo este documental, aclarando, nuevamente, sus pretensiones políticas y económicas. 2021-03-18.


 

No hay comentarios

Leave a Reply