Sobre cómo lo estético arrasa con el drama, pero sigue siendo una gran cinta

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Vi “1917” (RU, 2019), dirigida por Sam Mendes [1965-], a quien todos recordamos por su ópera prima “American Beauty” (1999), y con guion del propio director junto con Krysty Wilson-Cairns. La música es mérito de Thomas Newman y la fotografía (aplausos) de Roger Deakins. El reparto está integrado por George MacKay, Dean-Charles Chapman, Mark Strong, Richard Madden y Benedict Cumberbatch, entre otros. La cinta, basada parcialmente en hechos reales, narra la misión, casi suicida, que reciben dos soldados ingleses, durante la Gran Guerra [1914-1918], de enviar un mensaje a una unidad militar que cayó en una trampa de los alemanes, durante la retirada estratégica de estos últimos en el año de 1917. Antes que nada, debemos partir de que estamos ante una obra que sienta cátedra en tres campos: fotografía, sonido y efectos visuales (no en vano, la mayoría de los premios que ha recibido ha sido en estos aspectos). Esta película, pronostico, quedará como un parteaguas técnico en el género bélico, aunque, como lo diré más adelante, el drama queda rezagado ante la magnificencia estética. Dentro de todos los elementos técnicos que destacan, quisiera resaltar los excelentes planos secuencia, varios de los cuales implicaron una puesta en escena de decenas de extras, que hace de dichos planos tomas monumentales que logran, entre otros efectos, hacer sentir al espectador en la rutina misma de la guerra. Empero, como lo señalé, el drama se quedó corto ante la excelente ambientación del conflicto y el buen ritmo de la narración que es el que termina por generar la atención y la tensión del espectador; pareciera un filme con un excelente recipiente, pero lleno de agua. Ahora bien, temo que se me malinterprete: la cinta logra recrear magníficamente la guerra y con una calidad técnica deslumbrante, pero la dramaticidad de la historia, el quid dramático de lo narrado, se queda en una mera exposición. Las imágenes arrasan con el espectador, a costa de la historia que hay detrás y a la que se le pudo sacar mucho más jugo. Igualmente, como la credibilidad estaba basada en que el espectador se sintiese parte, por los efectos visuales, de las imágenes proyectadas, como si fuera un soldado más en la misión, la historia se da unas licencias que, de otra manera, no pasarían desapercibidas por un observador juicioso: es que todo encaja, en los desenlaces narrativos, de forma demasiado fácil. Solo menciono una de las licencias para criterio del lector: uno de los soldado ingleses, que casi se ahoga en un río, logra llegar, como por arte de magia, a dónde tenía que llegar, y puede entregar al oficial a cargo una carta que el soldado tenía en su bolsillo, la cual, extrañamente, no está mojada a pesar de haber estado con el agua hasta el cuello, en el momento exacto para evitar una masacre (o mejor dicho, para que no siguiera la masacre). En otras palabras, se pretendió generar una experiencia más sensorial de la guerra y se apostó por eso más que por el contenido mismo. Claro está, que alguien podría pensar, y tendría argumentos para ello, que en la guerra el drama siempre queda a merced de lo deslumbrante y temible de la batalla, de manera tal que esta obra lo que busca es que el espectador se sienta en un relato de guerra y no en uno dramático, como pudo haber sido en la vida real, donde los dolores y las dudas del soldado quedan relegados a la lucha por la supervivencia.

Ahora bien, el cine bélico siempre estará en cartelera, aunque ha variado mucho en sus estrategias de exposición y se ha reducido significativamente el número de estrenos pues es mucho más costoso que otros géneros. Pero sigo convencido que el género bélico es el que más potencialidad tiene para conectarse con los sentimientos más primarios, buenos y malos, del espectador, aquello que definitivamente lo hace humano entre los humanos. De allí que Nietzsche, por dar un caso, prefiriera las metáforas bélicas para explicarle a su lector los intríngulis esenciales de quien asume su vida como filósofo, como esteta y como ético.

Por esto mi admiración a este género, lo que explica algunos escritos que le he dedicado y la atención que ha merecido de muchos amantes del séptimo arte (libro y vídeo).

Con base en lo anterior, recomiendo ampliamente la película. 2020-08-07.


 

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