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Estamos ante un biopic sobre la juez de la Suprema Corte de Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg [1933-], toda una activista de los derechos de la mujer y un hito en la historia del litigio estratégico para lograr propósitos políticos por medio de decisiones judiciales en aspectos clave. En este caso, se narra uno de los casos que llevó Ruth (Jones), junto con su esposo Martin (Hammer), para lograr, a partir de ahí, una cadena de fallos que declararon inconstitucionales las leyes basada en discriminación de género.
Empezando, como es mi costumbre, con los aspectos estéticos, debo señalar que es una cinta competente para el mercado estadounidense, con una buena fotografía, pero que no sobresale, entre otras cosas, porque la intención no es hacer arte. Esto me lleva, de inmediato al guion o, mejor dicho, a la apuesta dramática: exponer la lucha política y judicial del pasado, de hechos que ya no generan mayor rechazo en el Gran Público, es algo relativamente fácil, pues así se garantiza, de entrada, la aprobación del auditorio y si a eso se le suman los giros narrativos de manual se logra, a la fija, una obra exitosa en taquillas, a la vez que políticamente correcta. Me pregunto sobre qué temas podrían hacerse películas hoy día para exponer las luchas políticas que actualmente se dan en temas que generan rechazo por parte de las fuerzas conservadoras, luchas que mañana serán las que generarán admiración por parte de ese imaginario público del futuro. Un filme así, sobre las luchas que hoy día no hacen parte de lo políticamente correcto, pero que lo serán, sí que sería valiente y arriesgado. Finalizando con estos aspectos formales, resalto la fotografía, el diseño de ciertas escenas (como aquella que muestra unos tacones entrar a un salón de clase en medio de cientos de pies con zapatos iguales, todos masculinos), la ambientación (que incluye el vestuario) y un guion que, por los motivos ya expuestos, genera emoción y aprobación del público. Pero no hay que ir más allá.
Pasando a temas más de contenido, empiezo señalando que la cinta es un merecido homenaje a una mujer que, a pesar de los años, sigue dando batallas legales, especialmente frente a varias políticas conservadoras del Presidente Trump, quien no ha perdido oportunidad para denigrar de ella. Esperemos que tenga más años de vida en la Suprema Corte, porque de morir en estos momentos, esa vacante quedaría para ser llenada por lo más reaccionario del Partido Republicano, con lo que se perdería el equilibrio que actualmente hay en el máximo tribunal de dicho país. Incluso, las polémicas que esta juez sigue generando y el rechazo que provoca en el Partido Republicano deja en evidencia que el feminismo y las políticas liberales, a pesar de la aprobación que puedan tener por muchos sectores sociales, aun tiene muchos retos por asumir y batallas por dar, a pesar de lo que ya se ha recorrido. Quisiera explicar esto último: los que no conocen la historia de la lucha por los derechos suelen considerar su presente de forma absoluta, para afirmar que los derechos ya están consolidados absolutamente o, del lado contrario, que no se ha hecho nada. En este caso, obras como esta, a pesar de su facilidad narrativa, permiten ver el esfuerzo de las primeras oleadas de infantería, si se me permite la alegoría militar, que conquistaron lo que hoy día vemos como nuestra retaguardia; oleadas que si no hubieran hecho lo que hicieron, si no se hubieran sacrificado en su momento, estaríamos en otro lugar, más atrasado y menos conveniente, del campo de batalla. Pero que la guerra continúa, continúa. Este tema de las primeras oleadas y las actuales, queda muy en claro con la oposición que se plantea, en la misma película, entre el feminismo de la madre, Ruth, con el de su hija, más de avanzada según los nuevos tiempos, pero que no habría existido sin las heroínas predecesoras.
Agrego, en mi análisis de contenido, el buen manejo que se le da aquí a lo jurídico, no solo para realzar la importancia que la pareja de esposos Ginsburg le da al derecho como oportunidad de transformación de la sociedad (esto es, que el derecho no es solo opresor, por lo que puede ser esperanzador), sino también el respeto a los detalles de un juicio federal, lo cual redunda en la credibilidad de la película. En este sentido, del biopic pasamos, con buena nota, a un drama judicial. Además, por esta meticulosidad en las formas jurídicas, el filme serviría no solo para un foro sobre feminismo, sino también sobre derecho comparado, pues quedan claros los puntos esenciales del modelo judicial federal estadounidense, que si bien se suele llamar Common Law, no podemos confundirlo con el inglés, de un lado, ni con el de los sistemas estatales de dicho país, del otro.
Por todo lo anterior, creo que estamos ante una cinta que da mucho de sí para generar sensibilidad sobre las batallas dadas por las generaciones precedentes para lo mucho o lo poco que se ha ganado en el tema de derechos. Eso lleva, como lo dije, a la paradoja de que esas primeras generaciones quisieron y lograron cosas que, en su momento, fueron revolucionarias, pero que para las nuevas generaciones de guerreros y guerreras son cosas superadas o, incluso, conservadoras al compararlas con lo que hoy se quiere lograr, pero sin las cuales, las expectativas actuales no serían siquiera pensables. Es una buena obra con un alto contenido político y jurídico, pero que no rompe los moldes de una producción comercial en el género del biopic. 2020-07-05.
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