Foto tomada de Facebook |
Luego de ello, al observar su seriedad en el trabajo editorial, en su quehacer como académico y en sus propuestas en torno a un tema donde se esconde mucha cosa superficial, me animé a entablar una relación cada vez más estrecha con él hasta que, de alguna manera, se selló en una buena amistad.
José Calvo nació en Sevilla en 1956 (se le notaba en su acento, así como en el dominio de todas las callejuelas y comercios de libro de su ciudad). José Calvo murió el 23 de junio de esta año, en Málaga, por un cáncer de pulmón (para nadie era un secreto su afición descomunal al cigarrillo). ¿Cómo presentarlo? Fue un buen hombre, buen jurista y, especialmente, buen iusfilósofo. Además, desempeñó con altura su cargo de profesor catedrático en la Universidad de Málaga y tuvo el mérito de ser uno de los impulsores de la cultura literaria del derecho: todo un referente en España e Hispanoamérica.
José Calvo fue alguien que le dio un nivel alto a un campo (literatura y derecho) donde, como ya lo mencioné, había mucho trabajo vano en tanto se volvió una moda... eso le preocupaba bastante, y me consta: que un tema tan interesante como la narratividad del derecho, perdiese su oportunidad de oro por todo lo que allí se hacía sin rigor y sin norte. Así que, puedo decir, su pérdida no solo la sentirán familiares y amigos, sino también la disciplina que él supo cultivar a su gusto y que tanto nos sirvió a los que le leíamos.
El 23 de junio murió José Calvo, pero además de los recuerdos personales que nos deja, legó para todos una gran obra. En homenaje a él quisiera compartir, por un tiempo limitado, algunos de sus textos: aquí
Requiesce in pace José!
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