Sobre cómo la maldad está al acecho

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Vi “Der Hauptmann” (“El capitán”, 2017) dirigida y escrita por Robert Schwentke [1968-], con fotografía de Florian Ballhaus (aplusos) y un buen reparto: Max Hubacher (aplausos), Milan Peschel, Frederick Lau y Bernd Hölscher, entre otros. Del director habría que señalar que fue el responsable de la mediocre, aunque comercialmente muy exitosa, cinta “Red” (2010). Claro está que esta obra sí es de mucho mejor calidad, como quedará en claro luego de dar mis argumentos. La película narra un hecho real: durante los últimos días de la II Guerra Mundial, un asustado desertor del ejército alemán, Willi Herold (Hubacher), se hace pasar por capitán de la Luftwaffe. Para evitar ser descubierto, inventa que recibió instrucciones personales del Führer para administrar, con determinación y brutalidad, un campo de prisioneros, en su mayoría desertores del ejército alemán (los cautivos son sus propios camaradas). Empiezo señalando los méritos estéticos, por decirlo de alguna manera, de este filme: en primer lugar, la fotografía (en blanco y negro) y el sonido son meritorios; incluso, por estos aspectos es que la cinta ha recibido las mejores nominaciones y premios: Premios del Cine Europeo por Mejor sonido (2018), Festival de San Sebastián por Mejor fotografía (2017), Premios del Cine Alemán por mejor diseño de sonido (2017), etc. Igualmente, la actuación del protagonista, Hubacher, ha sido muy bien recibida por la crítica. Pero lo que me interesa resaltar más que todo tiene que ver con las potencialidades para la reflexión que encierra la obra. En primer lugar, la narración descansa sobre una historia dramática y real. En este sentido, ante tamaña cantera, raro sería que la película saliera mal. Sin embargo, la narración es contundente y apasionada hasta el momento en que el protagonista, Herold, pierde por completo toda conexión con la realidad y se mete hasta el tuétano en su función auto-asignada de verdugo. A partir de allí hay un declive en la capacidad de generar atracción en el espectador. La última mitad del filme es más bien tediosa. En segundo lugar, y muy asociado con lo anterior, está la incomodidad moral que genera en el espectador los hechos que se describen, en especial porque muestra la faceta implacable de una realidad detestable. En este sentido podría decirse que es una cinta nihilista pues logra transmitir, durante la primera mitad, unas emociones tanto crudas como potentes. En tercer lugar, esta obra permite la reflexión sobre qué separa la bondad de la maldad. Como lo intentan señalar otras películas como “Das Experiment” (2001, Dir. Oliver Hirschbiegel) y “Die Welle” (2008, Dir. Dennis Gansel), cualquiera puede convertirse en un terrible asesino, pues las líneas entre la bondad y la maldad son más difíciles de encontrar que lo que se cree, ya que el contexto puede hacer cambiar a cualquiera de forma tan taimada que solo muy pocos podrían darse cuenta de lo que están haciendo, pero muy probablemente cuando ya es tarde. De allí la importancia de fortalecer, con cuanto instrumento cultural exista, las defensas con las que cuenta nuestro “yo” para identificar los riesgos casi que imperceptibles de volver al fascismo y el estanilismo en nuestra época, disfrazados de la “voluntad electoral del pueblo”. Nada más interesante al respecto que la obra “Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal”, escrita por Hannah Arendt en 1963. En cuarto lugar, si bien está basado en hechos reales, no es muy creíble que digamos que un capitán se presente ante policías militares diciendo que es un enviado del Führer y, por solo decirlo, llegue a tener carta blanca para lo que se le antoje. El filme busca dar credibilidad a lo anterior señalando que todo fue fruto de la buena suerte del estafador sumado al desorden administrativo que en esos momentos imperaba en el agonizante Tercer Reich y el desgano de los funcionarios que solo esperaban el fin del conflicto. Aún así, sigue siendo poco creíble. Recomiendo, entonces, este filme en especial por su capacidad para generar reflexiones de filosofía política y por su invitación a mantener altas las barreras morales. 2019-04-08.


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