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Darren Aronofsky [1969- ], quien no necesita mayor presentación. El reparto es de lujo, como es de esperar: Jennifer Lawrence, Javier Bardem, Ed Harris, Michelle Pfeiffer y Domhnall Gleeson, entre otros. Narra la vida de una pareja en una retirada casona en medio del bosque. El esposo (Barmen), un escritor en espera de inspiración, deja que entren a la casona varios desconocidos, todo ante la mirada suspicaz de la esposa (Lawrence). Estos extraños empiezan a apropiarse de la casa, con la bendición del hombre y el rechazo de la mujer. El primer asunto a tocar es lo referente al género. ¿Terror o drama? Realmente estamos ante la apuesta más arriesgada del director: una alegoría que busca conscientemente incomodar al espectador, hacerlo vivir una pesadilla, para que una vez terminada la cinta, se pregunte por lo que representa y, en ese momento, podrá apreciar su valor. En este sentido, la película puede ser entendida como de terror, pero no al que estamos acostumbrados, sino aludiendo al terror que generamos, como especie, en el planeta. Al ser una obra que solo puede apreciarse plenamente luego de verla y meditarla, cabría mejor considerarla como thriller psicológico o incluso cine experimental. En segundo lugar, es que el filme ha sido tan criticado que estuvo nominado (tanto el director como sus protagonistas) a los premios Razzie (que premia lo peor del séptimo arte cada año). ¿Por qué este rechazo? Luego de la reseña el lector podrá responder esta pregunta. Pero pasemos al tercer punto: la cinta logra crear una atmósfera sombría y densa, toda una pesadilla para el espectador. El director busca incomodarlo desde el principio hasta el final, a un punto que muchos no soportan esa atmósfera continua, sin momentos de respiro. Pero como lo dije antes, cuando el espectador hastiado se da cuenta de que es una alegoría, entiende lo ambicioso de la obra. ¿Y de qué es alegoría? Solo daré unas notas muy generales: el marido es el Dios (demiurgo), la mujer es la madre (vida), la casona es el planeta (la creación), los dos primeros visitantes son Adán y Eva, etc. Y todo en un eterno retorno, una línea que muere y nace en el fuego mismo. Dios crea al hombre y a la mujer, pero estos caen en el fanatismo, la locura, la enfermedad, la sobrepoblación, la guerra, etc. Amenazan la vida de la tierra y, al finalizar, la madre hastiada destruye la creación, para que el demiurgo, amando lo creado, vuelva a empezar, esperando que con cada intento las cosas mejoren. Entonces, cuando se observa el sentido alegórico –después de ver el filme– es que el espectador se sobrecoge de la pesadilla que fue verla, para apreciar así su sentido crítico. Solo con este salvavidas puede evitarse considerar este filme como uno de los mayores fracasos del año. Una locura que toma dimensiones catárticas solo cuando se comprende el sentido simbólico de la cinta, y eso solo puede suceder luego de padecer 120 minutos la propuesta visual de Aronofsky. Por lo anterior no me atrevería a sugerirla, pero tampoco lo contrario. El lector debe tomar su propia decisión. Empero, si decide verla, cosa que creo sería lo más conveniente, que se prepare para dos horas de golpes al hígado. 2018-11-21.
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