Sobre cómo la diversidad es riqueza

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Vi “Una mujer fantástica” (Chile, 2017) dirigida por Sebastián Lelio [1974- ], con guion del propio director junto con Gonzalo Maza. Lelio ya había logrado un merecido reconocimiento gracias a su película “Gloria” (2013), reconocimiento que ahora se confirma con esta cinta del 2017, en especial porque esta obra que ahora reseño ganó el Premio Óscar como mejor película de habla no inglesa. El reparto es meritorio: Daniela Vega (actriz transgénero que hace muy bien su papel), Francisco Reyes y Luis Gnecco, entre otros. Estamos ante una cinta dramática, en la cual se narran todos los prejuicios sociales y familiares que tiene que afrontar Marina (Daniela Vega), una mujer transgénero que está en duelo por la muerte de su pareja. Empecemos la reseña dejando constancia de la buena producción, lo que se evidencia en el pulcro manejo de cámaras, la sencilla pero acertada fotografía, la pertinente música incidental en relación con las diferentes escenas, etc. Eso sí, un reconocimiento especial exige la gran interpretación lograda por Daniela Vega. Todo lo anterior aporta significativamente para dar lugar a un producto donde la emoción y la intriga están en buen equilibrio con la crítica social que implica un filme como este. Pero no se me confunda: no estamos ante cine estrictamente político, pues el centro de la atención del espectador está en el ocultamiento del duelo de Marina, quien se muestra ante el mundo como una mujer fuerte, con entereza, digna, pero internamente está devastada. Esto es un gran reto para todo actor/actriz: reflejar dos mundos opuestos, en una sola escena, fuerza externamente y fragilidad internamente. Sin embargo, a pesar de que el objeto principal de la narración no es la crítica social, esta termina siendo la reflexión obligada cuando se ve el rechazo que sufre Marina por ser diferente, por no someterse a las fuerzas que desean corregir su supuesta “anormalidad”. Al rechazo social, le sigue la persecución violenta e indebida ante quien reclama el derecho a ser diferente. Esta cinta, entonces, facilita la empatía en tanto le permite al espectador “ponerse en los zapatos” de Marina, una mujer que no le hace daño a nadie, pero la sociedad sí que le hace daño en la medida que no acepta la forma en la que ella asume su vida. El valor de personas como Marina (y Daniela), quienes con su resistencia no ceden ante los embates sociales, es inmenso pues, a mediano plazo, cuando por su empeño logren ser aceptados dentro de los parámetros de la normalidad (de la norma), la sociedad podrá adaptarse a los nuevos entornos y oxigenar los especialísimos roles de “normalidad” que impone a sus miembros. Lo anterior tiene un importante efecto evolutivo: las sociedades que pierden su capacidad de adaptabilidad tienden a desaparecer, al igual que las muy especializadas a menos de que logren ampliar continuamente los roles que imponen a sus miembros. Dicho con otros términos, la cinta es un drama de una mujer que choca con los roles impuestos, y en este sentido se constituye una oda a la resistencia, permitiendo la empatía del espectador y la denuncia de la intolerancia, resistencia que, si es exitosa, terminará por servir a la misma sociedad, aunque no lo parezca desde los ojos más tradicionales. La diversidad es riqueza. Recomiendo entonces la cinta. 2018-10-17.


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