Sin pena ni gloria

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Vi “Hierro”, también comercializada como “Delirios siniestros” (España, 2009) del director Gabe Ibáñez [1971-], siendo este su primer largometraje. Debo señalar que a inicios del 2015 reseñé su segunda película: “Autómata” (2014). El guion es de Javier Gullón. El reparto está compuesto por Elena Anaya (quien hace un buen papel y a quien recuerdo
por su destacado papel en “La piel que habito”, 2011), Mar Sodupe y Bea Segura, entre otros. Tristemente, la cinta se ofrecía como de terror-suspenso, pero realmente es más de intriga con algún toque de drama psicológico. El filme narra cómo María (Elena Anaya) pierde a su hijo Diego viajando en ferry camino a la isla de Hierro. La búsqueda fue infructuosa, por lo que ella regresa unos meses después a la isla pues han encontrado un cadáver de un niño que podría ser su hijo. Ella se niega a reconocerlo y continúa la búsqueda por su cuenta. Pasemos ahora a mis comentarios. La cinta adolece de un guion simple y plano, pero una buena puesta en escena, que hace que el espectador quede en la mitad entre el aburrimiento y el entretenimiento. Pasemos a algo de la narración. En primer lugar, está lejos de ser de terror y suspenso. Al finalizar se produce una sensación de “cómo fue que no lo vi venir” pero realmente varios espectadores, desde mitad de la cinta, ya preveían un final así. Incluso, yo estuve esperando que el desenlace fuese otro (spoiler: por ejemplo, que el niño rescatado por María sí hubiese sido un hijo de la mujer de la casa rodante) para aumentar el drama. Dicho con otras palabras, el final es previsible, aunque no tanto como para destruir la sana expectativa del espectador. En segundo lugar, ante las falencias del guion, la película hace uso de golpes de efecto, como los sonoros, para producir sobresalto en el espectador, y creo que lo logra. Pero de nada sirve si la narración vuelve a caer en sitios comunes. Pasando a otros asuntos, esta película será de mucho interés para campos como la psiquiatría y la psicología, pues representa con claridad el trastorno y los delirios de una madre por un duelo no superado. Además, con base en ella podría reflexionarse sobre la maternidad y la esperanza, aquella que se niega incluso a aceptar la dura realidad que nos rodea. Pero salvo los aspectos anteriores, no creo que sea tiempo productivo el que se le dedique a salvar la cinta. Lo mejor es dejarla pasar, sin pena y sin gloria. 2018-09-06.


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