Vi “Jackie” (EEUU, 2016) dirigida por el reconocido director chileno Pablo Larraín [1976- ], a quien en el pasado le reseñé “No” (Chile, 2012). El guion, del que hablaremos algo luego, es de Noah Oppenheim [1978- ], escritor, periodista y presidente de NBC News. El reparto es magnífico: Natalie Portman (aplausos), Peter Sarsgaard y Billy Crudup, entre otros. La película narra los días inmediatamente siguientes al asesinato de J.F.K., y se centra en las reacciones de su esposa-viuda, Jacqueline, quien estuvo en el centro de la mirada mundial en ese momento. Sobre esta cinta tendría muchas cosas que decir y tengo poco espacio, por lo que deberé restringirme. El primer aspecto está en el guion. Resulta que es una obra, en sí misma, magnífica, lo que explica las nominaciones y los premios que ha cosechado (por ejemplo, en el Festival de Venecia); sin embargo, al tratarse de un ícono de la cultura estadounidense, estuvo en los cajones de los productores durante un buen tiempo, hasta que alguien se decidió, por fin, llevarla al cine: Darren Aronofsky, quien la iba a dirigir inicialmente. El segundo aspecto es que esta es la primera cinta en la industria estadounidense de Larraín (escogido por el propio Aronofsky); esperemos que siga una deslumbrante carrera como otros directores latinoamericanos en dicha industria tan competitiva. El tercer aspecto, es la actuación de Natalie Portman: brillante (nominada en aquel año a mejor actriz, en los Premios Oscar). Esta es una de sus mejores interpretaciones pues logra imprimir un carácter complejo a la vez que necesario al personaje. Obviamente los demás actores quedan silenciados, ante soberbia interpretación, pero no hay nada que hacer, todas las escenas se concentran en ella. El cuarto aspecto, es el tema del vestuario, lo que le valió otra nominación a la película en los Oscar así como en otros eventos, todo mérito de Madeline Fontaine); todos los vestidos que usa Portman son réplicas del vestuario original de Jacqueline Kennedy, ícono del glamour y del buen gusto en su época. Igualmente, los colores de los vestidos corresponden con el estado de ánimo del personaje. El quinto aspecto, está en los hermosos diálogos de Jackie con el sacerdote, donde salen consejos para cualquiera: i) la oscuridad tal vez nunca se vaya, pero hay un momento donde deja de ser tan pesada, y ii) Dios en su infinita misericordia permitió que la cotidianidad nos fuese suficiente. Sintetizando, estamos ante un buen Biopic que no cae en cursilerías o sensiblerías, ni hace concesiones indebidas a la biografiada. Esta obra hace un retrato crudo y justo de Jackie, para dejarle en claro al espectador que estamos ante un ser humano y no ante un ángel o un demonio. Igualmente, al humanizar al ícono, permite que entre el drama trágico; para nadie es un secreto que el apellido Kennedy pasó a ser sinónimo de tragedia, pero no solo en el sentido de infortunio, sino especialmente en el de drama, el que toca la esencia de lo que es ser humano. En esta tragedia aparece la utopía, representada por la canción central del musical Camelot, que tanto le gustaba a J.F.K. La tensión dramática está en la continua disyuntiva de una mujer que está en el límite entre dejarse llevar por el dolor de la pérdida de su esposo (lo privado) y el tener que asumir con la altura del caso su rol de primera dama de un jefe de estado asesinado (lo público). Solo pensar en cómo se manejó la dicotomía privado/público ya da para mil reflexiones. Gran filme. Vale la pena. 2018-07-27.
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