Entre el drama íntimo, la violencia y la comedia negra

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Vi “Three Billboards Outside Ebbing, Missouri” (“Tres Carteles a las Afueras de Ebbing, Missouri”, 2017, RU y EEUU), dirigida y escrita por Martin McDonagh [1970- ], quien cuenta con pocas cintas en su haber (las suele dirigir, escribir y producir) pero que tiene un gran impacto en la crítica. Valga señalar de este director dos cosas: i) su vida misma ya es un drama (sobrevivió como pudo a una dura adolescencia, soñando entre la pobreza ser un gran escritor); ii) logró un sitio en el género del “In-yer-face” que subraya la violencia expresa y, a veces grotesca, como forma de desencajar a la vez que de lograr la atención del espectador. El reparto es de este filme es de lujo: Frances McDormand (premiada en varias oportunidades por esta interpretación), Woody Harrelson, Sam Rockwell (igualmente premiado por este papel) y John Hawkes, entre otros. La cinta narra cómo una madre, divorciada, Mildred Hayes (Frances McDormand), se enfrente a la policía local, dirigida por William Willoughby (Woody Harrelson), porque no da con los autores del brutal asesinato de su hija, para lo cual pone tres avisos o carteles, fuera del pueblo, reclamando justicia. Ahora bien, la obra ha sido muy bien recibida por el público, los festivales más reconocidos de cine y por la crítica. Estamos pues ante una cinta que puede llegar a sentar cátedra en el cine “dramáticamente cómico”, por usar estas palabras con cierta ligereza. Sus méritos son muchos, pero resalto dos: el guion y las actuaciones. Frente al primero, es un guion bien construido, que camina entre dos aguas (el drama más angustiante posible y la comedia irónica y macabra). La inteligencia que se refleja de la obra es, claramente, producto de un guion bien construido que deja en claro que los infiernos no sólo están en las grandes ciudades. En este caso, el guion, si bien tiene una línea central clara, la de Mildred, no deja de mostrar el drama que atraviesan sus otros personajes, por lo que, en cierto sentido, es una construcción bien articulada de varios relatos, donde cada cual logra mostrar los sentimientos, generalmente malos pero que terminan, por la ayuda mutua, transformándose en buenos, que atraviesan al personaje del relato respectivo. Dicho con otras palabras, el guion no se queda en la exhibición del dolor de la madre y de las escenas violentas, sino que llega a poner en evidencia la incertidumbre y la movilidad de los sentimientos (odio, violencia, venganza, rabia, etc.) de sus personajes implicados, pero sentimientos que, como dije, se transforman cuando los personajes se tienden una mano. Frente al segundo, hay dos actuaciones brillantes, Frances McDormand y Sam Rockwell (este último es un brutal policía que se transforma a partir de una carta de su jefe), que dejan boquiabierto al espectador. Obviamente, las obras de McDonagh rayan con lo más crudo posible, por lo cual esta película en particular se toma ciertas licencias que al espectador le costaría creer pero que permiten la exhibición de la crudeza de la vida. Una de ellas es el comportamiento abusivo del policía brutal, interpretado por Rockwell, que nunca pasa a ser judicializado (ni siquiera un linchamiento del encargado de las vallas, que hace frente a todo el pueblo y frente a su nuevo jefe). Pero a pesar de estas licencias, la obra atrapa en cuestión de minutos al espectador y solo lo suelta pasadas algún par de horas de finalizada. Pasando a otro asunto, quisiera resaltar de esta cinta la mirada intimista que ofrece de los sentimientos que mueven a las personas, pero más que eso, la manera cómo la esperanza surge, muchas veces sin esperarlo, de personas bienintencionadas que logran conectar a los que padecen, en este caso, del jefe de la policía, interpretado por Woody Harrelson. Este último pasa a ser el puente que logra la comunicación y, de esta manera, la salvación ante el dolor. Estamos pues ante una obra que ha dado y seguirá dando mucho de qué hablar. 2018-04-12.


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