Sobre la complejidad de las relaciones humanas (a la vez que guía de actuación dramática)

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Vi Fences (EE.UU., 2016) dirigida por Denzel Washington [1954- ], basada en la gran obra del mismo nombre de August Wilson [1945-2005]. Está protagonizada por el propio director, acompañado de Viola Davis, Stephen Henderson y Jovan Adepo, entre otros. Estamos ante una adaptación cinematográfica de una obra de teatro ampliamente aclamada, especialmente por la comunidad afroamericana. Estamos ante un drama familiar, ambientado en los años 50 del siglo pasado. Realmente no hay una sola línea discursiva, sino que recoge la complejidad propia de una familia cualquiera, en este caso una familia afroamericana obrera, donde se reproducen los esquemas aprendidos, buenos o malos. La paternidad, la infidelidad, el racismo, y muchos otros asuntos, pasan por los diálogos de esta impresionante producción, donde el dúo protagónico, Washington – Davis, logra una de las mejores interpretaciones que he visto en el último año. La cinta no pasó desapercibida y ha recibido varias nominaciones y premios, resaltando las actuaciones (fundamentalmente de Viola Davis) y la dirección dramática. Hay que prestar bastante atención a los diálogos, profundos aunque más de una vez aparatosos y algo rígidos para el contexto. Pero esos diálogos, pensados más para el teatro que para el cine, son una mina de humor, ironía y drama. Se podrían hacer reflexiones completas de esos diálogos; a manera de ejemplo, a partir de lo que dice el padre (interpretado por Washington), el espectador logra amarlo como odiarlo simultáneamente, pues son diálogos pensados en la complejidad de lo humano, donde no hay santos ni demonios. Y solo buenos actores son capaces de transmitir esa complejidad y grisácea personalidad a los espectadores. Tal vez, la mayor crítica que podría hacerse al filme, es que no logra deshacerse del todo del formato propio del teatro, y no adopta de lleno el que es propio del cine. Sin embargo, la obra sigue logrando el buen nivel dramático y ante soberbias interpretaciones, solo queda un buen sabor. Eso sí, invito al espectador a reflexionar sobre la familia y sus conflictos, en especial sobre cómo se reproducen los esquemas aprendidos. En la familia, como en otras cosas de la vida, vemos con claridad una sucesión transformada de prejuicios acumulados de generación tras generación, lo que permite afirmar, una vez más, que “somos historia”. Igualmente, que la humanidad es más gris que blanca o negra, y que lo complejo es más real que lo simple. La recomiendo ampliamente. 2018-01-19.


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