Sobre cómo en la guerra se debate la acción con la contemplación

PortadaJünger, Ernst, El teniente Sturm (1923), trad. Carmen Gauger, Buenos Aires, Tusquets Editores, 2014.

Leí “El teniente Sturm”, obra de 1923, escrita durante la Gran Guerra por el teniente Ernst Jünger (a quien le he leído buena parte de su obra literaria bélica). Esta novela narra la vida en las trincheras alemanas del joven teniente Sturm, quien durante las pocas horas de descanso entre sus tareas militares consolida un club de conversación con dos oficiales amigos, de un lado, y escribe una novela (una novela dentro de la novela, de la que apenas se esbozan las primeras páginas), del otro. Plantea la dualidad dramática de un militar que se debate entre la acción pura (de la guerra) con la contemplación (filosófica y estética).

Esta obra de 1923 no tiene tanto mérito por su narración, aunque está bien escrita, pero el drama no fluye, sino por las reflexiones antibélicas que hace, donde pone el dedo en la llaga de los vacíos del discurso nacionalista y de cómo el Estado se ha vuelto una macroorganización donde los individuos solo son carne de cañón de un proceso de industrialización y estatalización de la guerra, nunca antes visto. Por ejemplo:

“Desde la invención de la moral y de la pólvora, el principio de la selección natural por la supremacía del más fuerte ha perdido cada vez más importancia para el individuo. Se puede seguir con todo detalle cómo esa importancia ha ido pasando más y más al organismo del Estado, que, cada vez con más desconsideración, limita las funciones del individuo a las de una célula especializada. Hoy hace tiempo que uno no goza de estima por lo que realmente vale sino sólo por lo que vale en relación con el Estado. Mediante esa supresión sistemática de toda una serie de valores, en sí muy considerables, se generan hombres que ya no tienen capacidad de vivir por sí solos… En cambio, si se hiere de gravedad al Estado moderno, queda amenazada la existencia de cada individuo, al menos de la parte cuya subsistencia no proviene directamente del suelo, o sea, la mayor, con mucho” (pp. 16-17).

Una obra interesante, sin duda alguna, pero más como fuente de reflexiones que como relato dramático, aunque se nota con claridad la buena pluma de Jünger, un hombre tan interesante en la literatura como por fuera de ella. 2017-12-10.


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