Vi “Risen” (“La resurrección de Cristo”, USA, 2016) dirigida por el
experimentado director Kevin Reynolds [1952-], un abogado quien se dedicó al
cine comercial, al inicio bajo la tutela de Spielberg, con altibajos económicos
y una filmografía irregular. Reynolds participó, a su vez, en el guion, junto
con Paul Aiello. El reparto es interesante: Joseph Fiennes, Tom Felton y
Cliff Curtis, entre otros. Narra la historia de un tribuno joven,
ambicioso y competente: Clavius, testigo de la muerte de Cristo y encomendado
por Pilatos, para resolver el misterio de la desaparición de su cuerpo, investigación
que le cambiará su vida. Ahora bien, este filme encaja, de entrada, en el
género cristiano, pero va más allá pues tiene fuertes elementos de drama, de un
lado, e, incluso, detectivescos, del otro. En cuanto la forma, por darle algún nombre,
estamos ante una megaproducción de la nueva generación del cine cristiano,
especialmente en aquello que podemos llamar “cine-de-semana-santa”. En este
nuevo cine religioso, la producción, muy cuidada por demás, sobresale. Es un
cine de mayor calidad y, en el caso de esta cinta en concreto, menos
conservadora y más conmovedora que otras en la misma línea. En este sentido es
que puedo decir que estamos ante un caso de cine de época. Se hace un buen
retrato, sin mayores errores históricos (salvo dos o tres, como la supuesta
visita del emperador a Judea) y sin anacronismos evidentes, tanto de la cultura
judía como de la romana. En lo que respecta al contenido, la cinta entretiene,
de un lado, y conmueve, del otro. Se acerca, por así decirlo, al espíritu
humilde y sencillo, a la vez que lleno de dudas y misterios, del primer
cristianismo. Se representa a un Cristo bondadoso antes que uno juzgador o
censurador. Se trata de un Jesús con una clara opción por los pobres y con unas
enseñanzas más allá de sentenciar qué debe y que no debe hacerse. Todo un
transgresor pero de una manera muy diferente a como temía el establecimiento
judío y romano. Todo muy diferente a la representación cristiana que se nos
intenta vender desde la derecha política contemporánea: de un Jesús defensor
del status quo y de la tradición. Claro
está que la segunda parte de la película no logra estar a la altura, en cuanto
la tensión dramática, de los primeros 30 minutos. Agrego que las escenas de
combate entre legionarios y judíos rebeldes, son muy buenas, lástima que se
intenta reducir toda una legión combatiente a una sola cohorte. Pero se
respetan los detalles de la época. Claro está que no estamos ante una cinta que
partirá las aguas; estamos lejos ya de moldes que puedan ser hitos en este
género si lo comparamos con las megaproducciones bíblicas de hace 50 años. Pero
aun así, quedará como una cinta que se repetirá no pocas veces en la parrilla
de programas de Semana Santa y, comparado con lo que se suele presentar en
estas épocas, será algo mejor no sólo por la innovación, sino también por el
sentido menos moralizador de lo tradicional en el género. A mí, como ya puede
advertirse, me gustó como cinéfilo y me reconfortó como ser humano. Pero no podemos
esperar que esto sea un nuevo “Ben-Hur” (1959). 2017-04-10.
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