Buena película de época que permite una buena reflexión sobre la tolerancia

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Vi, con mucha expectativa, “Gohatto” (Taboo, Japón, 1999) dirigida y escrita por el maestro Nagisa Oshima (a quien ya reseñé entre otras obras por “El imperio de los sentidos”) y con un muy buen reparto: Ryûhei Matsuda, Tadanobu Asano, Takeshi Kitano, entre otros. Narra la historia de un recluta samurái, homosexual, dentro de la milicia Shinsengumi (una especia de policía militar) a finales del siglo XIX, quien por su belleza cautiva a muchos de sus compañeros y termina inmiscuido en el homicidio de su amante. Debo empezar mi reflexión sobre este filme que me acerqué a él con una gran expectativa, dada las calidades ya reconocidas del director, lo que a veces es contraproducente puesto que se le exige demasiado a una cinta. Tal vez por ello, por el reconocimiento previo del director, es que esta película no logró brillar con luz propia. Si hubiese sido su ópera prima habría sido una piedra importante en el cine japonés, pero como no lo fue hay que decir que se quedó a medio camino de lo que se esperaba. La cinta, volviendo sobre ella, tiene muchos méritos y otros altibajos. Empecemos por el guion. Éste cautiva rápidamente, a la vez que es un digno representante del cine de época (representa muy bien el contexto histórico y cultural –salvo un tema del que se hablará más adelante–, pero de forma tal que no se necesita ser experto en el Japón del siglo XIX para seguir la trama). Sin embargo, este guion se desconcentra seguido, ofreciendo vericuetos innecesarios y que –en no pocas ocasiones– le hacen perder ritmo. En relación con lo visual, es una obra de arte, lo que además, está bien acompasado por una buena música. Con respecto a los protagonistas, éstos hacen su labor correctamente, pero la apuesta por un protagonista inexpresivo no creo que haya sido la correcta, en tanto el espectador se queda esperando reacciones emotivas ante la trama propuesta. Finalmente, lo más destacable en lo que atañe al contenido, está la naturalidad, la gracia y la soltura con la que retrata tanto la homosexualidad en sí como las relaciones suscitadas entre los samuráis. Según he consultado, dicha naturalidad no es histórica, las cosas no fueron así en la época, siendo esto más un agregado del director, pero permite una buena lectura sobre la homofobia que hay detrás en mostrar como “excepcional” cierto tipo de relaciones humanas. Se pierde más en el señalamiento que en la tolerancia. Definitivamente, es una obra bonita, bien delineada y que expone con delicadeza asuntos controversiales, pero no creo, en modo alguno, que esta película este entre las más importantes del director. Resalto una idea reiterada: el valor del samurái se mide por su compasión (aspecto muy schopenhaueriano). La recomiendo entonces. 12-01-2017.


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