Vi “Judgment at Nuremberg” (“Juicio de Nuremberg”, EEUU, 1961), dirigida por Stanley Kramer (1913-2001, director de estirpe liberal y que quedó inmortalizado en el cine por esta película, además de la famosa comedia “El mundo está loco, loco, loco”, 1963). Se trata de una adaptación de un guion pensado para el teatro y luego para la TV, adaptación hecha por el propio autor de la obra original: Abby Mann. El reparto es de lujo: Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmark, Marlene Dietrich, Maximilian Schell (quien se ganó un Oscar por su interpretación de abogado de los nazis), etc. La película narra uno de los muchos juicios realizados en Nuremberg (1945-19149) a los mandos nazis luego de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945); en este caso en concreto se juzga a jueces nazis que, amparados en la normativa alemana, sentenciaron injustamente a muchas personas. La narración gira, fundamentalmente, en torno al juicio, pero con momentos dramáticos que desatan la trama que se desarrollan por fuera del tribunal. En el fondo se plantean dos debates: ¿qué hacer si la legalidad ordena hacer actos injustos? y ¿la ideología del vencedor es el parámetro de justicia para juzgar la ideología del vencido? Quien resuelve definitivamente el caso es un experimentado juez estadounidense que dejó en claro su posición ante uno de sus condenados (un eximio jurista alemán quien termina siendo un elemento más de la máquina de justicia nazi): este último le dice a su juez-verdugo que él –el juez nazi- no tenía la más remota idea de lo que iba a suceder (la guerra) ni lo que iban a desencadenar sus sentencias (esto es, se escuda en que era un simple tornillo de una compleja máquina), pero el juez estadounidense le responde que sí lo sabía, desde el momento en que condenó al primer inocente. Me encantaría hacer énfasis en muchos otros diálogos del filme, pues está pensado en dejar al espectador con cientos de dudas y reflexiones, pero el espacio de la reseña me lo impide; pero no perdamos de vista que allí se da, en el fondo, la tragedia de cómo obrar frente a los graves pecados del otro, máxime cuando el otro está convencido de que lo que hizo no estuvo (del todo) mal, por lo menos no desde la ley. De un lado, los alemanes fueron los artífices de su propia barbarie (como dijo el fiscal: ¿acaso fueron los esquimales los que cometieron tales barbaries en Alemania?), pero, del otro, en las circunstancias del momento ¿se justifica la condena? (las piezas de la máquina infernal no eran del todo conscientes del funcionamiento real de la máquina ni de sus objetivos, la lucha no era ya con Alemania sino con Rusia por la guerra fría, la necesidad de cerrar el capítulo de la guerra para la reconstrucción del país, etc.). Claro está que aquí es importante narrar una anécdota política de la cinta misma. Justo cuando termina la guerra, la derecha fuerte de EEUU, supuestamente por pragmatismo político pero también obedeciendo al electorado americano de origen germano, intentó echarle tierra al asunto de la barbarie nazi y de los juicios por crímenes de guerra. Incluso, muchos de los condenados fueron rápidamente liberados por otros tribunales estadounidenses. Esta película pone, claramente, en duda dicha política tan en boga en su momento, pues como dijo el juez en la cinta ante el abogado de los nazis: puede que la lógica política ordene que los condenados sean liberados prontamente, pero aun así sus actos no dejarán de ser injustos. Incluso, por enfrentarse a la postura pragmática de los republicanos más temidos en su momento (entre ellos Joseph Raymond McCarthy, quien persiguió a liberales y comunistas de Hollywood en los 60 del siglo pasado), muchos pensaron que Kramer caería en desgracia; sin embargo, él pudo continuar con su carrera pero siempre produciendo sus propias películas para evitar intromisiones indebidas. En fin, estamos, pues, ante la obra más importante del género de Law & Cinema, por lo que además de ser un clásico del cine, es la piedra angular de todo un subgénero que tanto se ha cultivado desde la filosofía del derecho. Es por ello que cada cierto período de tiempo regreso a esta película para volver a las raíces y reinterpretar lo que creía ya interpretado. Una gran obra en todo sentido. 04-10-2016.
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