Mr Kaplan (2014): sobre cómo mostrarle al mundo que envejecer no es morir, siempre se puede aprender

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Vi “Mr. Kaplan” (Uruguay, 2014), dirigida y escrita por Álvaro Brechner (con 4 obras a su haber entre 2003 y 2014, siendo esta la primera que le veo) y protagonizada por Héctor Noguera, Néstor Guzzini y Rolf Becker, entre otros. El filme está clasificado como una comedia y  thriller a la vez. Trata de un anciano judío, residenciado en Uruguay a donde llegó escapando de los horrores nazis en Polonia. Este anciano decide recordarle al mundo que no está acabado por lo que investiga un supuesto criminal de guerra nazi escondido entre las playas uruguayas, acompañado de un expolicía alcohólico. Ahora bien, la película logró mucha resonancia no sólo porque fue postulada por su país a los premios Oscar como mejor película extranjera, sino también por que logró importantes nominaciones en los festivales Premios Goya, de Mal del Plata, de la Habana, Premios Ariel, etc. Fue por ello que decidí verla pero mis altas expectativas dieron al traste con esta reseña. Ya lo he dicho antes: no hay nada más peligroso que acercarse a una cinta con expectativas enormes… tiene que ser muy pero muy buena para no sentirse uno defraudado. En este caso la película, sin ser mala, no cumplió el estándar que esperaba. Empiezo por el género: el filme pasa por varios géneros, sin lograr definirse y, por tanto, sin cumplir del todo con los requisitos indispensables para ser un hito en alguno de ellos. Es comedia negra, pero poco brillante; es un thriller detectivesco y medio psicológico, con varios baches y obviedades; retrata la ancianidad, pero sin lograr encontrar el meollo dramático de dicha edad. Paso al guion: es divertido, simpático, entretiene, pero no compromete ni impacta al espectador. En cuanto lo estético es un filme muy correcto, con un buen manejo de edición y cuadros muy encartonados pero a la vez pulidos. Lo que es más meritorio del filmes son (i) sus reflexiones esporádicas de un anciano que no sabe transmitir su sabiduría pero en el contacto con los otros lo termina haciendo, y (ii) el final que rompe con los clichés a los que estamos acostumbrados. El final cuestiona el tema del perdón, pues al entender las circunstancias del victimario se logra una empatía que, sin ser cómplice, termina cediendo ante lo humano. El final, repito, merece ser conversado tranquilamente con los amigos. Entonces, la recomiendo, con los matices ya señalados. 24-09-2016.


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