Le Monde
Diplomatique, No. 152 (versión Colombia), Febrero 2016
Este
periódico en particular, tiene como hilo temático el tema del conflicto armado
colombiano, pero más específicamente el rol de los militares colombianos ante
el proceso de paz con las FARC que, al parecer, ya está en su recta final.
Rescato de este número de este buen periódico, los siguientes artículos: 1) “Año
2016: continúan la crisis y la disputa geopolítica” (pp. 2-3) de Carlos
Gutiérrez, cuya lección principal es cómo el capital hoy día determina las
políticas públicas, con un agravante: ya son muy grandes para caer, lo que en
algún momento denominé como “macroorganizaciones” donde, por ser tal, la
perversión es la única forma de relacionarse con el individuo. 2) “Memoria
histórica: clave para reforma del sector seguridad y construcción de paz” (pp.
4-5) el cual, junto con “La fuerza pública para el posacuerdo” (pp. 6-7) y “La
necesaria ‘normalización’ de las Fuerzas Armadas en el posacuerdo de paz” (pp.
8-9) reflexionan sobre los militares en el conflicto y el futuro que le espera
una vez se desmovilice la guerrilla. Llama la atención una propuesta de una
disminución y profesionalización del ejército, un incremento de la policía pero
llevada al plano urbano y la creación de una guardia nacional rural para el
campo, esta última integrada por reinsertados y exmilitares y policías. Es
menester señalar que es una propuesta de un exmiembro de las fuerzas armadas de
Colombia. 3) Me sorprendí por el buen artículo “Una vida precaria” (pp. 13-15)
de Benoit Bréville sobre el impacto social y económico de las casas rodantes en
USA, que son una alternativa barata de alojamiento para personas en situación
de vulnerabilidad pero, justo por ello, deben afrontar difíciles situaciones y
rechazos. No sabía de esa problemática. 4) “Cameron en su trampa” (pp. 16-17)
sobre la apuesta de Cameron de realizar un plebiscito acerca de la continuidad
de RU en la Eurozona. El artículo dejaba en claro que era un riesgo muy alto,
como efectivamente terminó siéndolo. Leído el artículo después del plebiscito,
considero que el autor (Bernard Cassen) tenía toda la razón. 5) “En Rumania
(casi) todos son propietarios” (pp. 18-19) explora las consecuencias sociales
de la decisión del Estado de devolver a sus propietarios originales las
viviendas y las tierras expropiadas por el régimen comunista, en especial cómo
la corrupción se ha favorecido de ello. 6) Igualmente me ilustró mucho el
artículo “En busca de la Madre India” (pp. 22-23) y “Matar en nombre de la vaca
sagrada” (pp. 24-25) que ponen en claro la forma de operar de la extrema
derecha india, que a cualquier precio desea crear una falsa identidad milenaria
hindú, para enfrentarse cultural y políticamente no sólo ante los musulmanes
sino el crecimiento de misiones cristianas. Además, demuestra cómo la adoración
de la vaca es algo relativamente reciente en la cultura hindú y que en el siglo
XX aumenta su profesión no por temas religiosos sino como una forma de marcar
la identidad y la diferencia con cristianos y musulmanes. El mito de la vaca se
explica más desde la política que desde la religión. 7) “Burundi, un cóctel
mortal” (pp. 26-27) que explica la complejidad política y militar del centro de
África y cómo los medios y las organizaciones internacionales, por sus lecturas
simplistas de buenos-malos, han terminado por empeorar las cosas. El problema no
tan étnico como se cree, sino que el discurso étnico es una buena excusa para
subir o para bajar del poder. 8) Frente al cine, una de mis pasiones, elogio el
artículo “Mujeres de armas tomar” de Daniel Paris-Clavel (pp. 32-33) narrando
aspectos de las mujeres sufragistas de principios del siglo XX en Inglaterra
que fueron medianamente retratadas en la película “Las sufragistas”. Lo más
destacable es que señala la relación del florecimiento de las artes marciales
con dicho movimiento político-feminista. Es que las mujeres, para defenderse de
los hombres en sus casas y de los policías en las manifestaciones, aprendieron
artes marciales: “El agresor decide que habrá violencia; nos corresponde a nosotras
decidir contra quién se dirigirá esa violencia” (p. 33). 9) “Las humanidades en
la encrucijada” de Carlos Maldonado (pp. 34-35), algo ligero y con poca
argumentación demostrativa, pero con una idea interesante: que en la era
digital, las humanidades y las ciencias vuelven a hermanarse. A esto lo llamó “humanismo
digital”. Algo interesante, en especial para mis clases de epistemología. 10) “Google
lo sabe todo de ti” (p. 35) que vuelve sobre algo más que sabido: en la era
digital el panóptico evolucionó. Lo que no me gusta mucho es cierta denuncia
contra el control del comportamiento. ¿Acaso podemos vivir en sociedad si no
hay control de los miembros? Otra cosa es no exagerar, como en los Estados
totalitarios, pero no puedo satanizar, per se, los sistemas de control. 11) Y
tremendo el artículo “La mentira como una de las bellas artes” (pp. 36-37) de
Fernando Maldonado que explica, con base en una investigación del tema publicada
recientemente, cómo el expresionismo abstracto fue financiado por la CIA y
respaldado por el establecimiento como una forma de impedir una reacción social
de los intelectuales ante la crisis interna, de evitar que el arte permitiese
el debate social y enfrentar la entrada del realismo socialista financiado por
la URSS. Ese arte, que no hubiera sobrevivido sin la estrategia y el dinero de
ciertas agencias, era perfecto para los ideales propios de la guerra fría. Lo
paradójico es que una vez se terminó el interés gubernamental de mantener la defensa
de ese modelo artístico, éste logró sobrevivir y evolucionar al movimiento
pictórico posmoderno por su propia cuenta donde más que artistas hay marcas
comerciales. Muy interesante este escrito que pone el dedo en la llaga sobre
cómo la política es un factor más a tener en cuenta cuando se habla de éxito
artístico. 09-07-2016.
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