Buena película, pero pudo haber sido la mejor: Dios y Perros, España, 2014

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Vi “Dioses y perros” (España, 2014) dirigida por David Marqués y Rafael Montesinos y con guion del propio Marqués junto con Jesús Martínez Balmaseda. Está interpretado por Hugo Silva y Megan Montaner, y narra la vida de un exboxeador apodado Pasca (Silva) que cuida de su hermano minusválido y que tiene un amigo alcohólico y desahuciado económicamente. En este sombrío contexto, Pasca se encuentra con una maestra (Montaner), también con problemas económicos, quien logra robarse el corazón del frío pugilista. ¿Y cómo logra Pasca salir de su crisis para ayudarle a su mejor amigo y a la maestra? En el boxeo ilegal. Empecemos nuestro análisis. Técnicamente el filme es muy correcto. Me gustaron las interpretaciones de Silva y Montaner, a la vez que la música (mérito de Mario de Benito) y la fotografía (Eva Díaz) son buenas, sin duda alguna. El sonido, típico error del cine hispanoamericano, en este caso está muy bien. Todo esto ayuda fuertemente a que estemos ante una película que entretiene y atrae la atención del espectador. Además, logra no morir en una apuesta harto difícil: hacer cine negro (en el subgénero del cine de boxeo), con toques de comedia y drama. Pero creo que el filme pudo ser más que eso. Marqués perdió la oportunidad de haber hecho una de las mejores películas españolas de los últimos años: el problema está en el guion y la forma como se resuelven, de manera tan poco creíble, los nudos del desenlace. Y ni hablemos del final que, sencillamente, pasa de cursi e inverosímil. Me pregunto cómo habría sido la película (a) si no se centra solo en el boxeador sino también en la maestra (pero una más real, más cotidiana y no tan angelical) y cómo ellos dos se salvan mutuamente de sus desgracias; (b) si la cinta no trajese elementos tan poco creíbles como la forma en que se conocieron; y (c) si hubiese planteado otro final, uno abierto a la interpretación del público. Cambiando de óptica, esta película muestra, como muchas otras, el mundo negro que subyace bajo el mundo regulado. El protagonista sobrevive como puede en el límite de los dos mundos, como una especie de puente lo normal y lo anormal (asunto al que no se le sacó el jugo que se hubiera podido), y de esta forma se constituye en unos “ojos” que puede usar el espectador para reflexionar sobre lo que oculta la sombra de la sociedad. La recomiendo, claramente, pero en los términos señalados. 15-07-2016.



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