Este periódico se centra especialmente un efecto de la globalización: la pérdida del valor simbólico de los valores nacionales, entre ellos, la importancia del Estado frente a su nación y, por ende, de los límites del sistema electoral nacional en la transformación de las políticas públicas económicas de su país. En este sentido se encuentran los artículos “Lo que me enseñaron las negociaciones” de Yanis Varufakis, “El diktado de Alemania” de Ignacio Ramonet y “La Europa que ya no queremos” de Serge Hamili, que dejan en claro cómo los negociadores europeos humillaron al gobierno de izquierda griego, con el fin de dejar en claro que la política económica de los países miembros de la UE no pasan por la opinión de sus ciudadanos. No obstante, creo que el asunto es mucho más complejo, pues habría que ponerse en los zapatos del que está poniendo el dinero, con base en la tributación de ciudadanos de países más boyantes, para salvar a Grecia. Sonaría algo descabellado que yo pongo el dinero para salvar al vecino pero él, en una decisión soberana, decide las condiciones del pago de dicho préstamo. En fin, para aclararle al lector la importancia de estos temas, hay una serie de artículos sobre temas económicos. Uno de ellos, bien interesante, es el artículo “El dólar no está a salvo” de Mario Rapoport que se pregunta por qué las negociaciones internacionales deben hacerse con la reserva monetaria de un país y por qué no se tiene una moneda internacional para las transacciones internacionales. Igualmente, está el texto “La biblia económica alemana” de François Denord y otros, que explica la teoría de la ordoeconomía que surgió en Alemania con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial y que ahora rige en buena medida la política económica europea. Rescato un buen artículo, crítico pero no bajo el prototipo de la prensa gringa, llamado “La otra cara de Pyongyang” de Martine Bulard, sobre cómo se vive en Corea del Norte y observa algunos cambios menores, pero que se pueden sentir, hacia una apertura incipiente, especialmente a ciertos países de Asia y a Rusia. De gran valor es el artículo “Cuando el clima aviva los conflictos” de Agnès Sinai que analiza cómo los conflictos armados suelen estar precedidos de graves problemas ambientales acaecidos por el cambio climático. Esta clara relación entre guerra y cambio climático deja claramente sentado que el problema no es solo ambiental y que hay “refugiados climáticos”. Muy interesante. También me gustó el artículo “Mujeres árabes entrampadas en las imágenes occidentales” de Sahar Khalifeh que denuncia que los discursos musulmanes radicales existente porque Occidente los creó luego de la Segunda Guerra Mundial como forma de controlar la penetración rusa en el Medio Oriente. Igualmente, critica la visión que Occidente quiere sentar de la mujer árabe, fruto de una mirada desconocedora de la historia del Islam en el siglo pasado. Como siempre, la lectura de Le Monde no sólo informa sobre qué pasa en el mundo sino que ofrece herramientas analíticas para comprenderlo mejor. 22-02-2016
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