Vi (de nuevo) “Samsara” (India y otros, 2001) que fue la primera y gran obra cinematográfica del director Pan Nalin, que narra el despertar sexual de un monje budista, Thasi, y el dolor que a él le implica escoger entre disfrutar el deseo o renunciar a él. El filme tiene varios yerros estéticos que se le pueden perdonar con facilidad, dado que está hecha, en su gran mayoría, con actores naturales y se nota a leguas que no tiene los recursos que permiten las grandes producciones. En contraprestación, la historia (llena de remisiones a las costumbres locales y enseñanzas morales que nunca caen mal) es agradable y cuenta con buenas tomas aprovechando los bellos paisajes que ofrecen las montañas. Agrego que no cae en el cliché de las películas religiosas, puesto que en varios momentos se discute contra el ascetismo mismo. Pienso, por ejemplo, el diálogo del monje con su maestro en el sentido de qué valor tiene renunciar a los deseos de la vida cuando éstos no se han vivido; o el reclamo de la esposa de Thasi cuando éste, ya con familia, la abandona para volver a su vida religiosa: bien dice ella que renunciar a (los deseos de) la vida es un acto machista, pues una madre no abandonaría a su familia para la búsqueda de la plenitud (¿no podría pensarse, como ella sugiere, que en el amor de la familia se puede alcanzar también el nirvana?). Además, el filme logra un buen equilibrio entre la espiritualidad y el erotismo, entre la renuncia y la aceptación del deseo, entre la vida en acción y la vida en contemplación. En este sentido, considero que esta cinta sería, sin duda alguna, un buen documento de análisis de la filosofía schopenhaueriana: un ascetismo vitalista. En fin, es una película que permite el divagar reflexivo del espectador a la vez que lo entretiene, todo gracias a su narración, algo ingenua, pero sin duda alguna bien intencionada y equilibrada. Me gustó y por eso la recomiendo. 04-11-2015.
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