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Vi “El odio” (Francia,
1995) dirigida por Mathieu Kassovitz, quien cuenta con una carrera como
director algo irregular: empezó a ser reconocido por su filme “Métisse” (1993)
y logró un éxito comercial gracias a “Gothika” (2003). Esta película de 1995,
denominada originalmente “La Haine”, narra un día en la historia de tres
jóvenes marginados de Paris (un judío, un musulmán norafricano y un negro) que
están envueltos en el odio circular, que va hacia y nace desde ellos. El
ambiente del filme son varios tumultos de los jóvenes de la periferia parisina
contra la policía, que aquí son retratos como abusivos. En fin, el odio (que
podría considerarse está representado en la película como la pistola que el
judío se encuentra en los tumultos) era el mejor título para la película, pues
es justo a lo que invita reflexionar al espectador: cómo el rechazo hacia un
grupo social termina estigmatizándolo y así lo obliga a asumir el rol por el cual
justo son rechazados. Es todo un círculo vicioso que la “criminología crítica”
bien ha estudiado y por lo cual esta película bien podría servirle. En cuanto
lo estético el filme goza de varios puntos a su favor: a) un buen guión, que si
bien no logra mantener la acción del público continuamente (por ejemplo, los
primeros 30 minutos son muy impactantes, luego llegan varios minutos decididamente
aburridores y termina, nuevamente, con gran intensidad) merece ser reconocido;
b) unas actuaciones principales maravillosas (la de Cassel como el judío, la de
Koundé como el negro y Taghmaoui como el musulmán) son de aplaudir, sin embargo
las actuaciones de los extra (actores naturales del “gueto”) causan risa en algunos
momentos (por ejemplo, la escena en la que un grupo de jóvenes están reunidos
en una azotea oyendo música y comiendo perros calientes, tiene momentos donde
el espectador se da cuenta de lo poco preparados que estaban los extras); c) la
fotografía es muy buena al igual que la banda sonora. Ahora bien, como ya dije,
este filme sería muy relevante para el género de Cine & Derecho, en especial
para los que trabajan el campo del derecho penal y la criminología crítica. Se
retrata muy bien el ambiente asfixiante de los suburbios y de los sectores
marginados de la sociedad francesa, así como la persecución policial a la que
se ven sometidos (recuerdo la escena en la que el joven musulmán destaca el
trato diferenciado que dan los policías según el sector de Paris en el que se
encuentren), pero cómo a su vez ese rechazo social genera que los rechazados
actúen de forma violenta y agresiva, justificando aún más el rechazo al que ya
se ven sometidos. Además, el filme deja en claro la complejidad de la vida de los
suburbios, aunque no explore todas las líneas que enuncia, como la droga, la
violencia doméstica, la pobreza, etc. Igualmente, la película muestra la
existencia de fuerzas buenas y malas en todos los niveles. Es, pues, una buena
película desde lo estético (lo que explica los diferentes reconocimientos que
ha logrado en los festivales de cine independiente) como desde las reflexiones
a las que invita. La recomiendo. 14-02-2015.
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